sábado, 16 de noviembre de 2013

¿Qué es mejor, trabajar para una empresa o como freelance?

Abres los ojos, te estiras un poco y lo siguiente que te viene a la mente es: ¡Qué fastidio tener ir al trabajo! Ahí estás, incómodo con tu situación laboral y preguntándote qué pasaría si tiraras todo por la cañería más sucia de tu localidad para dedicarte a trabajar por tu propia cuenta, sin nadie que se moleste porque llegaste quince minutos tarde ni tener que verle la cara al jefe todos los días. A pesar de esta idea maquiavélica, vas al baño, te cepillas los dientes -sí, tres veces al día-, tomas una ducha y a servirle a la empresa otra semana más ¿Te suena familiar?


            Lo primero que hay que hacer para ser freelance es renunciar, dicen por ahí, pero ya va...Vamos a tomarnos el tiempo para revisar de qué se trata todo este asunto. De acuerdo con la Real Academia Española, un "free lance" -despegado y no junto como solemos escribirlo- se aplica al que  "realiza por su cuenta trabajos periodísticos, escritos o gráficos y los ofrece en venta a los medios de comunicación". En mi caso este concepto me calza muy bien porque soy comunicador social y me dedico al área de la escritura, pero un vendedor de alarmas puede ser un freelance también. (Se usará corrido para objeto de motores de búsqueda).
        Considero que el concepto de nuestra amiga wikipedia se parece más a lo que esperamos pues habla de una persona "cuya actividad consiste en realizar trabajos propios de su ocupación, oficio o profesión, de forma autónoma, para terceros que requieren sus servicios para tareas determinadas, que generalmente le abonan su retribución no en función del tiempo empleado sino del resultado obtenido".
            Los inicios de esta palabra remontan a la época de los caballeros, se llamaba así al que no trabajaba para un señor en específico sino al que ofrecía su servicio a quien lo quisiera. 
            Bien, así se comprende que un freelance es un autónomo al que no se le paga por horas laborales sino porque cumpla unos objetivos. Eso suena muy bien, sin embargo la otra cara de esta moneda es que el que no va a la oficina, lleva la oficina en el cerebro y en su teléfono sin hora para apagar la luz y cerrar la puerta.



       Las ventajas de no tener un sólo jefe son muchas. Entre ellas cabe destacar que puede acomodar su tiempo en función de las horas en que es más creativo, no tiene que pedir permiso para ir al médico, gana tanto como su capacidad y oportunidades lo permitan, su trabajo no es rutinario, al estar en casa no es juzgado por su apariencia, se le permite ir a su puesto de trabajo en pijamas y llegas a la "oficina" en su santiamén.
       Hasta aquí estamos a punto de decirle unas cuantas a nuestro empleador. No obstante, las desventajas son dignas de tomar en consideración: muchas veces no tienes ingresos y eso acarrea inseguridad económica; directamente relacionado con lo anterior, a veces es difícil estimar cuánto entrará en tu cuenta. Por otra parte, los clientes no consideran que mereces descansar, no hay jubilaciones, prestaciones ni seguro médico. Adicionalmente no tienes compañeros de trabajo, por ende el ambiente suele tornarse aburrido y solitario.
       En contraposición un asalariado es quien "percibe un salario por su trabajo y supedita su propio criterio al de quien le paga", dice la RAE. Se lee como alguien sumiso y quizás lo es un poco, porque el que trabaja para una empresa sigue los lineamientos de ésta por un sueldo de quince y último; no obstante, el autónomo también debe seguir pautas, no anda como una veleta haciendo lo que quiere y recibiendo bonificaciones por ello.
      Trabajar para una empresa tiene sus grandes atractivos: El más relevante es que tienes la tranquilidad de contar con tu ingreso fijo que permite tomar mejor previsiones.
      Te beneficias de los contratos colectivos. Aquí entran las jubilaciones, cajas de ahorro, bonos navideños. etc. Los días feriados son generalmente más respetados dentro de una empresa. Asimismo, cuando no estás en la oficina se entiende que no estás trabajando.
          La carga es compartida. Ciertamente tienes tus responsabilidades, pero normalmente hay un grueso de personas con las que puedes compartir aciertos y fracasos. En este mismo ámbito, cuentas con relaciones sociales y las probabilidades de ascender son más tangibles.            
       El lado negativo de trabajar en una empresa consiste en tener horarios y reglas menos flexibles, lidiar con jefes y compañeros indeseables, cuentas con un esquema vertical y muchas veces protocolar. Lo otro es esa sensación de carecer de libertad y de que estás ganando menos de lo que mereces y el dueño se lleva la mejor parte.
         En líneas generales trabajar para una empresa o como autónomo es una decisión muy personal, no hay ni mejor ni peor, sólo existe lo que mejor se adapte a tu situación y personalidad.
      Personalmente he trabajado por mi propia cuenta durante cinco años, con pequeñas recaídas. Las he probado dulces y muy agrias también; he lidiado con los comentarios de la gente que considera que no haces nada por trabajar desde casa hasta excelentes viajes pagados con mis propias expensas. Recomendar una cosa o la otra podría variar dependiendo de mi estado bancario. 

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