Abres los
ojos, te estiras un poco y lo siguiente que te viene a la mente es: ¡Qué
fastidio tener ir al trabajo! Ahí estás, incómodo con tu situación laboral y
preguntándote qué pasaría si tiraras todo por la cañería más sucia de tu
localidad para dedicarte a trabajar por tu propia cuenta, sin nadie que se
moleste porque llegaste quince minutos tarde ni tener que verle la cara al jefe
todos los días. A pesar de esta idea maquiavélica, vas al baño, te cepillas los
dientes -sí, tres veces al día-, tomas una ducha y a servirle a la empresa otra
semana más ¿Te suena familiar?
Lo primero que hay que hacer para
ser freelance es renunciar, dicen por ahí, pero ya va...Vamos a tomarnos el
tiempo para revisar de qué se trata todo este asunto. De acuerdo con la Real
Academia Española, un "free lance" -despegado y no junto como solemos
escribirlo- se aplica al que "realiza
por su cuenta trabajos periodísticos, escritos o gráficos y los ofrece en venta
a los medios de comunicación". En mi caso este concepto me calza muy bien
porque soy comunicador social y me dedico al área de la escritura, pero un
vendedor de alarmas puede ser un freelance
también. (Se usará corrido para objeto de motores de búsqueda).
Considero que el concepto de nuestra
amiga wikipedia se parece más a lo que esperamos pues habla de una persona
"cuya actividad consiste en realizar trabajos propios de su ocupación,
oficio o profesión, de forma autónoma, para terceros que requieren sus
servicios para tareas determinadas, que generalmente le abonan su retribución
no en función del tiempo empleado sino del resultado obtenido".
Los inicios de esta palabra remontan
a la época de los caballeros, se llamaba así al que no trabajaba para un señor
en específico sino al que ofrecía su servicio a quien lo quisiera.
Bien, así se comprende que un freelance
es un autónomo al que no se le paga por horas laborales sino porque cumpla unos
objetivos. Eso suena muy bien, sin embargo la otra cara de esta moneda es que
el que no va a la oficina, lleva la oficina en el cerebro y en su teléfono sin
hora para apagar la luz y cerrar la puerta.
Las ventajas de no tener un sólo jefe son muchas. Entre ellas cabe
destacar que puede acomodar su tiempo en función de las horas en que es más
creativo, no tiene que pedir permiso para ir al médico, gana tanto como su
capacidad y oportunidades lo permitan, su trabajo no es rutinario, al estar en
casa no es juzgado por su apariencia, se le permite ir a su puesto de trabajo
en pijamas y llegas a la "oficina" en su santiamén.
Hasta aquí estamos a punto de
decirle unas cuantas a nuestro empleador. No obstante, las desventajas son dignas de tomar en consideración: muchas veces no
tienes ingresos y eso acarrea inseguridad económica; directamente relacionado
con lo anterior, a veces es difícil estimar cuánto entrará en tu cuenta. Por otra parte, los clientes no consideran que mereces descansar, no
hay jubilaciones, prestaciones ni seguro médico. Adicionalmente no tienes
compañeros de trabajo, por ende el ambiente suele tornarse aburrido y
solitario.
En
contraposición un asalariado es quien "percibe un salario por su trabajo y
supedita su propio criterio al de quien le paga", dice la RAE. Se lee como
alguien sumiso y quizás lo es un poco, porque el que trabaja para una empresa
sigue los lineamientos de ésta por un sueldo de quince y último; no obstante,
el autónomo también debe seguir pautas, no anda como una veleta haciendo lo que
quiere y recibiendo bonificaciones por ello.
Trabajar
para una empresa tiene sus grandes atractivos:
El más relevante es que tienes la tranquilidad de contar con tu ingreso fijo
que permite tomar mejor previsiones.
Te
beneficias de los contratos colectivos. Aquí entran las jubilaciones, cajas de
ahorro, bonos navideños. etc. Los días feriados son generalmente más respetados dentro de una empresa. Asimismo, cuando no estás en la oficina se entiende que no estás trabajando.
La carga
es compartida. Ciertamente tienes tus responsabilidades, pero normalmente hay
un grueso de personas con las que puedes compartir aciertos y fracasos. En este
mismo ámbito, cuentas con relaciones sociales y las probabilidades de ascender
son más tangibles.
El lado negativo de trabajar en una
empresa consiste en tener horarios y reglas menos flexibles, lidiar con jefes y
compañeros indeseables, cuentas con un esquema vertical y muchas veces
protocolar. Lo otro es esa sensación de carecer de libertad y de que estás
ganando menos de lo que mereces y el dueño se lleva la mejor parte.
En
líneas generales trabajar para una empresa o como autónomo es una decisión muy
personal, no hay ni mejor ni peor, sólo existe lo que mejor se adapte a tu
situación y personalidad.
Personalmente he trabajado por mi
propia cuenta durante cinco años, con pequeñas recaídas. Las he probado dulces
y muy agrias también; he lidiado con los comentarios de la gente que considera
que no haces nada por trabajar desde casa hasta excelentes viajes pagados con
mis propias expensas. Recomendar una cosa o la otra podría variar dependiendo
de mi estado bancario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario