miércoles, 2 de febrero de 2011

En silencio jamás


Estar en silencio es una total falacia. Callado uno está; pero en silencio, nunca. Me siento en la cama tratando de estar en una absurda paz que es imposible de alcanzar a menos de que uno se lo proponga y se olvide del taladro del vecino que está remodelando su departamento por tiempo indefinido, la secadora de la señora de abajo, alguien que rueda un mueble, un risita burlona a lo lejos, los motorizados, los autos que pasan. ¿La gente no debería estar trabajando a las tres de la tarde? ¿Todos son autónomos o desempleados? No puede ser.
Nunca había visto ese lunar en el dedo medio del pie izquierdo. ¿Habrá estado ahí siempre o apareció para decirme algo? Para qué mentirse, hace tiempo dejé creer en señales. Definitivamente la mente, o al menos la mía, no puede estar en blanco.
Los que meditan se merecen un premio. A veces pienso que ellos dicen que logran no pensar, pero realmente andan elucubrando acerca lo que está pensando el que está al lado con los ojos cerrados.
Ladrón juzga por su condición.... El tiempo pasa lentamente, es casi absurdo.